García Solalinde, Antonio (1892-1937)

Relación con el CEH
Colaborador (1910-1924)
Proyectos
Edición de la General estoria de Alfonso X el Sabio.
Bibliografía.
Trabajos
Realiza acopio de diferentes materiales para la edición de la General estoria de Alfonso X el Sabio.
Fue pensionado por la JAE para viajar por distintos países (Portugal, Italia, Alemania) para buscar diferentes manuscritos de la obra alfonsina.
Tras la marcha de Federico de Onís a los Estados Unidos, se hace cargo de la sección de Bibliografía junto a Alfonso Reyes.
Da clases en los cursos para extranjeros.
Publicaciones
García Solalinde, Antonio (ed) (1913), G. de Berceo, El Sacrificio de la Misa,Madrid, Residencia de Estudiantes. 
García Solalinde, Antonio (ed) (1919, ), C. de Villalón (atrib.), Viaje de Turquía, Madrid-Barcelona, Calpe, 1919, 2 vols.
García Solalinde, Antonio (ed) (1922),  G. de Berceo, Milagros de Nuestra Señora, Madrid, La Lectura, 1922; 
García Solalinde, Antonio (ed) (1930), Alfonso el Sabio, General Estoria. Primera Parte, Madrid, Centro de Estudios Históricos, 1930.
Semblanza

Antonio García Soalinde (Toro, 1892 – Madison, Wisconsin, 1937)

 

Antonio García Solalinde realizado sus primeros estudios en la localidad zamorana de Toro, donde había nacido, y desde la que se trasladó a Valladolid para cursar el bachillerato. En Madrid, años después, se matriculó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central. Allí, uno de sus profesores fue don Ramón Menéndez Pidal, quien, al ver el interés que mostraba el joven Solalinde, pensó que sería aprovechable en el recién creado Centro de Estudios Históricos, y se lo llevó como colaborador. 

En la memoria de la Junta para Ampliación de Estudios del curso 1910-1911 ya aparece su nombre dentro de la sección de Filología del Centro. En ella se informa de que prepara, junto a Tomás Navarro Tomás, una edición de la Grande e General Estoria de Alfonso X. El filólogo manchego, que colaboró «en la copia de los primeros folios del manuscrito», fue su maestro en las cuestiones paleográficas, como reconoce García Solalinde en la introducción de la obra; pero don Tomás abandonó pronto la edición para dedicarse a sus estudios de fonética.

El proyecto en el que se había embarcado el joven Antonio era de gran importancia, pues la obra del rey sabio constaba de seis partes que se encontraban repartidas en unos treinta manuscritos situados en distintas bibliotecas españolas y europeas. Además de la de El Escorial y la Biblioteca Nacional de Madrid, Solalinde visitó en Portugal la biblioteca de Évora, donde se encontraba el manuscrito de la segunda parte. De la biblioteca portuguesa, se trajo al Centro de Estudios Históricos 700 fotocopias de libros, además «del códice de Évora y de manuscritos que aprovecharán en el trabajo acerca de las Historias de Troya, ha fotografiado Crónicas españolas, pliegos de romances, manuscritos de los comentarios de Eusebio por el Tostado, otro del Fuero Juzgo, otro desconocido de la Poridad de Poridades, unos fragmentos de una traducción portuguesa del libo de Buen Amor, etc. Todo se incluirá en trabajos posteriores del Centro y en publicaciones inmediatas»[1].

Como consecuencia de sus investigaciones sobre la obra del rey sabio, García Solalinde comenzó a preparar un trabajo sobre Las historias de Troya en la literatura española medieval. El resultado fue un artículo publicado en la Revista de Filología Española[2], que se acababa de fundar, y en la que, en sus años iniciales, publicó diferentes materiales que iba encontrando en las bibliotecas.[3] Una de las primeras publicaciones del joven filólogo fue El Sacrificio de la Misa, de Gonzalo de Berceo. Con este título, la Residencia de Estudiantes, de la que fue uno de los primeros becarios, inauguraba una serie de publicaciones que pretendía mostrar los primeros frutos de los trabajos realizados por los jóvenes investigadores.

En enero de 1914, Solalinde solicita a la JAE una pensión para ir a la Escuela Española de Arqueología e Historia en Roma «en la forma que determinen por más conveniente», porque  tenía «encomendada la publicación de textos españoles cuyas fuentes se encuentran en la bibliotecas extranjeras, y deseando aprovechar las de Roma y otras importantes del resto de Italia».[4] En ese momento, ya había clasificado y copiado varios manuscritos de la obra de Alfonso X, lo que le permitía empezar a fijar el texto crítico. La beca se la concedieron a él y a Antonio de la Torre por una Real Orden de 13 de marzo de 1914[5]; a los dos se les daba 350 pesetas mensuales, durante un año, y 500 para gastos de viaje. Llega a Roma el primero de abril, allí actúa como enviado de Castillejo y Menéndez Pidal para nombrar un nuevo director de la Escuela ante la salida de José Pioján. 

En junio de 1914, Solalinde partió para Alemania gracias a otra beca de la Junta. Durante su viaje, se detuvo en Florencia para mirar los manuscritos de la Biblioteca Laurenciana, en concreto «para consultar una fuente inédita de la General Estoria, un hallazgo».[6] Pero el filólogo zamorano, además de estudiar la obra del rey sabio, también fue al país transalpino para consultar los manuscritos del Cancionero de Stúñiga, que se encontraban en la biblioteca Casanatense de Roma y en la Marciana de Venecia. Tras visitar la ciudad florentina, «me marcharé a Venecia donde he de ver el Canc. de Stúñiga allí existente y pondré variantes a la copia que ya he terminado en Roma»,[7] le informa a Menéndez Pidal, puesto que planea preparar, junto con el hispanista italiano Mario Casella, una edición del Cancionero. Establece un plan de trabajo que envía a don Ramón para que dé su aprobación: «Quisiéramos que usted aprobara y modificara este plan. Queremos que nuestra ed. sea un buen trajo, un capolavoro. Del primer tomo me encargaré yo principalmente. Del segundo Casella, pero los dos tendremos participación en todo y nuestro trabajo no aparecerá separado para el público».[8]

En Alemania, Solalinde, que viaja acompañado de La Torre, quiere ver los manuscritos españoles que hay en las bibliotecas germanas. En principio va a Munich «para aprovechar sus bibliotecas ricas en cosas españolas»[9], aunque, como le dice a Menéndez Pidal, «no sé aún lo que haré. Por de pronto encerrarme bastantes horas en casa para ir leyendo algo de alemán. Me llevo libros de Troya en tedesco para irlos consumiendo. Para descansar veré las bibliotecas, según me dicen ricas en cosas españolas».[10] Pero el estallido de la Primera Guerra Mundial, en agosto, no le permitió avanzar en sus investigaciones y tuvo que regresar a España:

El Sr. Solalinde estudió algunos manuscritos que se custodian en Roma, Florencia y Venecia. Comenzó la edición crítica del Cancionero de Stúñiga, obra de la que se conservan varios manuscritos en Italia. En Florencia pudo estudiar el códice de las Cantigas de Alfonso X, sobre el que tiene preparado un trabajo, con destino al próximo Cuaderno de la Escuela. También se hallaba en Alemania, cuando se vio obligado a regresar a España por la guerra.[11]

 Una vez en España, siguió colaborando con el Centro de Estudios Históricos y pasó a formar parte de los profesores de español para extranjeros en los cursos que se crearon en la Residencia de Estudiantes, de los que fue secretario entre 1916 y 1919, también dio clases en los cursos trimestrales de otoño e invierno. 

En el curso 1922-23, Gacía Solalinde fue invitado por su amigo Federico de Onís, que se encontraba como catedrático en la Universidad de Columbia, para dar una serie de conferencias por distintas universidades de los Estados Unidos. Durante ese tiempo conoce las comodidades que estas universidades ofrecen a los profesores e investigadores, que contrastaba con su situación en el Centro de Estudios Históricos, donde no era capaz de encontrar una tranquilidad profesional y tenía que trabajar en varias cosas a la vez para llegar a fin de mes. Ante esta situación, en 1924 aceptó una invitación como profesor de la Universidad de Wisconsin, en Madisón.

Aprovechando ese estupendo ambiente familiar, Solalinde pudo dedicarse por completo a sus clases en la universidad y sus investigaciones. En 1930 consiguió que la universidad crease un departamento de español y portugués, y que dentro de él se inaugurara un Seminario de Estudios Medievales, que logró su independencia del departamento precisamente el año de su muerte. En este nuevo seminario, recreó Solalinde, rodeado de estudiantes, un ambiente científico inspirado en  el Centro de Estudios Históricos. Sus investigaciones se centraron en la edición de la General Estoria de Alfonso X[12], para la que supuso un gran impulso la beca que obtuvo en 1929 de la Guggenheim; la edición o reedición de las obras del rey sabio; un diccionario etimológico Alfonsino; un índice del español medieval; una bibliografía completa de literatura y lingüística española, y una biblioteca especializada en el campo medieval que incluyó reproducciones fotográficas de libros y documentos raros. En aquel seminario, Solalinde dejó una serie de investigadores cuyos primeros frutos empezaban ya a verse con las tesis doctorales dirigidas por él, y también una masa importante de documentación medieval, que lo convirtió en referente en la cultura y literatura medieval.

 

 



[1] Memoria de la Junta para Ampliación de Estudios, 1912-1912, págs. 234-235.

[2] Antonio García Solalinde: «Las versiones españolas del Roman de Troie», Revista de Filología Española, nº 3, 1916, págs. 121-165.

[3] Antonio García Solalinde: «Fragmentos de una traducción portuguesa del “Libro de buen amor” de Juan Ruiz», Revista de Filología Española, nº 1, 1914, págs. 162-172; «Intervención de Alfonso X en la redacción de sus obras», Revista de Filología Española, nº 2, 1915, págs. 283-288; «El códice florentino de las Cantigas y su relación con los demás manuscritos», Revista de Filología Española, nº 5, 1918, págs. 143-179. 

[4] Archivo Edad de Plata, Residencia de Estudiantes, Madrid, Expediente JAE 65/3.

[5] Gaceta de Madrid, núm. 72.

[6] Carta de Antonio García Solalinde a Ramón Menéndez Pidal, Roma 7 de junio de 1914. Fundación Ramón Menéndez Pidal (Madrid).

[7] Ibídem.

[8] Ibídem.

[9] Carta de Antonio García Solalinde a José Castillejo, Florencia 20 de junio de 1914. Recogida en David Castillejo. Epistolario de José Castillejo III. Fatalidad y porvenir. 1913-1937, Madrid, Castalia, 1999, pág. 134.

[10] Carta de Antonio García Solalinde a Ramón Menéndez Pidal, Roma 7 de junio de 1914. Fundación Ramón Menéndez Pidal (Madrid).

[11] Memoria de la JAE, 1914-1915, pág. 149, unas páginas más adelante nos informa: «El Sr. Solalinde, durante 1914 y 1915, ha proseguido reuniendo materiales para la edición de la General Estoria de Alfonso X. Está terminada la copia del códice núm. 816 de la Biblioteca Nacional de Madrid. En 1914 pasó algunos meses en Munich y en Roma, en la Escuela Española de Arqueología e Historia, estudiando algunas fuentes especiales de dicha obra, estudio que la guerra le obligó a interrumpir, regresando a España antes de haberlo terminado.», pág. 168.

[12] Antonio García Solalinde. Alfonso El Sabio General Estoria, Madrid, Centro de Estudios Históricos, 1930. En 1961 el CSIC, en colaboración con la Universidad de Wisconsin y la Universidad Estatal de la Florida, publicó la Segunda Parte; en la edición además de Antonio García Solalinde, ya fallecido, también colaboraron Lloyd A. Kasten y Victor R. B. Oelschläger.

 

Bibliografía
A. Castro, “In memoriam Antonio G. Solalinde”, en Boletín de la Academia Argentina de Letras, V, 19 (1937), págs. 345-347.
J. Ortega, “Antonio García Solalinde (1892-1937)”, en Hispanic Review, V, 4 (1937), págs. 350-352.
 “Datos sobre la obra de A. G. Solalinde (1892-1937)”, en Hispanic Review, VI, 1 (1938), págs. 4-9; 
VV. AA., “Antonio G. Solalinde Memorial Issue”, en Romance Philology, V, n.os 2 y 3 (1951-1952).
 J. Gómez Pérez, “Solalinde y la Primera Crónica General de España”, en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, LXII (1956), págs. 405-410.
Mario Pedrazuela Fuentes, (2010) «Antonio García Solalinde», Repensar la Escuela del CSIC en Roma. Cien años de memoria, Roma, Escuela Española de Historia y Arquología, pp. 295-299.
Autor
Pedrazuela Fuentes, Mario (2021): «Semblanza de Antonio García Solalinde», Archivo Digital La Filología en la Edad de Plata