La colaboración
de Aníbal Otero con Menéndez Pidal y el CEH arranca de un modo inusual, cuando
en 1928 el lucense, entonces joven estudiante de bachillerato, lee un reportaje
en el que Menéndez Pidal se muestra dispuesto a recibir aportaciones de
romances: él le hace llegar algunos (cit. en Diego Catalán, El Archivo
del Romancero patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de
Historia, Madrid, Fundación Ramón Menéndez Pidal-Seminario Menéndez Pidal,
2001, pág. 148). Otero continúa enviando materiales a Menéndez Pidal (cf.
Catalán, El Archivo del Romancero, págs. 148-149) y, en 1931,
solicita una pensión de la JAE para recorrer durante el mes de octubre las
zonas fronterizas entre Galicia y Asturias recogiendo romances. Don Ramón le
facilita una certificación, de 14 de octubre de 1931, en la que hace constar
que Otero “ha sido designado para realizar una excursión por las provincias de
Lugo y Oviedo con objeto de recoger romances que se conservan en la tradición
oral del pueblo, con destino al Archivo de la palabra y la Canción de dicho
Centro” (cit. Alonso Montero, Aníbal Otero, págs. 172-173; en
el Archivo de la JAE [accesible en http://archivojae.edaddeplata.org/jae_app/jaemain.html]
consta simplemente “Pide pensión”).
Aunque se ha
afirmado que en Otero había completado la licenciatura y que su título habría
ardido en los bombardeos de la Ciudad Universitaria, durante la Guerra Civil,
lo cierto es que no llegó a terminar la carrera de Filosofía y Letras, que
había iniciado en Valladolid y proseguido en Madrid.
En todo caso,
Otero figura como becario en la documentación del CEH correspondiente a los
años 1932 y 1933, ya antes de que Otero se incorporase como encuestador al proyectado ALPI. En
una de las cartas que le dirige don Tomás, este menciona explícitamente que el
gallego ha colaborado en el diseño de los mapas que acompañaban la publicación
del estudio clásico de Navarro, Espinosa y Rodríguez-Castellano acerca de las
fronteras del andaluz: “Le envío aparte un ejemplar del trabajo relativo al
andaluz, para que vea usted como quedaron los mapas que usted ayudó a dibujar”
(carta de Navarro a Otero, 18 de diciembre de 1933, cit. Alonso Montero,
“Veintiséis cartas”, pág. 16).
Muestra el interés
de Navarro Tomás por contar con Otero para el ALPI una alusión
a futuras indagaciones:
Estuve un día en Santiago con el tiempo tan justo para
recorrer las cosas más notables de la ciudad y tan obligado a marchar pronto,
porque mi señora, que me acompañaba, no se encontraba del todo bien, que no me
fue posible verle. El viaje de sondeo de algunos puntos del país para nuestro
trabajo lingüístico lo tendremos que hacer solos y con más tiempo (carta de
Navarro a Otero, 12/09/1933, cit. Alonso Montero, “Veintiséis cartas”, pág.
13).
Gracias a diversas documentación epistolar, disponemos de
la imagen de un joven Aníbal, golpeado ferozmente por las desgracias familiares
y la zozobra económica; resulta muy comprensible que sus colegas de correrías
dialectológicas lo recuerden en sus escritos como un joven introvertido,
invadido por pensamientos melancólicos y siempre con un poso de amargura que lo
aparta de las actividades más festivas de sus compañeros.
En 1934 se incorpora al ALPI como
encuestador Francesc de Borja Moll, con el rango de “colaborador”,
mientras que Manuel Sanchís Guarner y Aníbal Otero asumirán esa misma labor mas
un escalón más abajo en la relación de colaboradores del CEH, como “becarios”.
La Memoria correspondiente
de la JAE señala que en junio de 1934 Navarro Tomás, junto a “los
señores Otero y Espinosa, inició los trabajos en la región gallega” (JAE, Memoria
correspondiente a los cursos 1933 y 1934, pág. 235). No tenemos la certeza de que ese viaje se llevase
finalmente a cabo, si bien estamos seguros de que de que Otero, “en meses
sucesivos, ha continuado las exploraciones en las provincias de Lugo y La
Coruña” (1935: 235). En efecto, los
cuadernos del ALPI comienzan a registrar la labor del gallego
a mediados del mes de julio de 1934, en el lugar lucense de Muras; conocemos
incluso las cantidades de que disponía como sueldo al inicio de sus encuestas:
doscientas pesetas mensuales.
Así, pues, Otero inicia sin
compañía sus indagaciones cubriendo hasta finales de agosto diversos puntos de
Lugo y Coruña; recorre, además de Muras (punto 115 del ALPI), Covas
(p. 114), Ferreira do Valadouro (p. 116), Devesa (p. 117), San Pedro de Neiro
(p. 120), Palas de Rei (p. 121), Lavacolla (p. 112), Guitiriz (p. 118),
Cospeito (p. 119), Navia de Suarna (p. 122) y Pedrafita do Cebreiro (p. 124).
Tomás Navarro recibe los primeros cuestionarios y lo felicita efusivamente por
su labor:
Hasta ayer no llegaron sus cuadernos. Me parecen muy
bien. La transcripción está clara y matizada, y hay abundantes acotaciones
marginales que aclaran casos especiales (carta de Navarro a Otero, 4/08/1934;
cit. Alonso Montero, “Veintiséis cartas”, pág. 19).
En septiembre prosigue con las encuestas de los puntos
lucenses de Meixente (p. 123), Sober (p. 126) y San Clodio (p. 127),
continuando luego en la provincia coruñesa con Ordes (p. 110), Muros (p.
112bis), Rois (p. 113), Santa Comba (p. 109), Baio (p. 106), Corcubión (p. 108)
y Carballo (p. 107).
Podemos calificar de singular el papel de Otero dentro
del ALPI, pues se vio obligado a realizar un muy elevado número de
encuestas en solitario, de suerte que Galicia fue prácticamente recorrida por
un único encuestador, en lugar de los dos previstos.
No obstante, a comienzos de noviembre Otero forma equipo
con Aurelio Espinosa cubiriendo en primer lugar un elevado número de
puntos de encuesta en tierras zamoranas, así como el enclave portugués de Rio
de Onor: Otero de Bodas (p. 342), Mahide (p. 343), Cubo de Benavente (p. 339),
Riodonor (p. 221), San Ciprián de Sanabria (p. 337), San Martín de
Castañeda (p. 338), Padornelo (p. 340) y Hermisende (p. 341). Más tarde se
ocupan de tierras orensanas, hasta mediados de diciembre, empezando en A Gudiña
(p. 149) y prosiguiendo con Oímbra (p. 151), Rairiz de Veiga (p. 148), Entrimo
(p. 150), Celeiros (p. 145), O Bolo (p. 146) y, como broche de este largo
itinerario, Rubiá (p. 147).
Además del trabajo dialectal, Otero aprovecha para
recoger romances que remite a don Ramón para su archivo (carta de Otero a
Menéndez Pidal, 1 de enero de 1935, Archivo de la Fundación Ramón Menéndez
Pidal, en adelante AFRMP). Diego Catalán ha valorado esas aportaciones del
estudioso gallego, calificando esa “exploración de la tradición romancística de
Ourense y de la Sanabria de habla gallego-portuguesa (Zamora)” como plena “de
sorprendentes hallazgos” (Catalán, El Archivo del Romancero, pág.
163).
Ahora bien, el trabajo de Otero en equipo no vuelve a
repetirse por tierras gallegas y en 1935 prosigue nuevamente sus encuestas
en solitario, comenzando a trabajar en tierras pontevedresas: Ponteareas (p.
137), Bueu (p. 134), Nigrán (p. 136), O Rosal (p. 140), Tui (p. 139), Fornelos
de Montes (p. 135), Meaño (p. 132) y Vilanova de Arousa (p. 131).
Al tiempo, Navarro se interesa por los planes de futuro
del lucense y le comunica que ha contactado con un portugués con el que se
podría contar “en el estudio de Portugal” y se pregunta si Otero estaría
“dispuesto a proseguir sus investigaciones en Portugal acompañado por el joven
portugués” (carta de Navarro a Otero, 6 de febrero de 1935, cit. Alonso
Montero, “Veintiséis cartas”, pág. 30; insiste en esta idea en otra carta
posterior, de 26 de febrero de 1935). Ello muestra que inicialmente no se había
previsto que Otero se ocupase también del territorio luso.
En todo caso, tras algunos problemas de salud, Otero
prosigue con su trabajo en solitario: Santa María de Oleiros (p.
103), Abegondo (p. 104), Boimorto (p. 111), Aranga (p. 105) y Miño (p. 102),
Chantada (p. 125) y Maceda (p. 144).
Deciden por entonces Navarro y Menéndez Pidal que Otero
acompañe a Espinosa por territorio castellano y leonés, a la espera de la
deseada llegada del nuevo colaborador portugués. Y, en efecto, durante los
meses de abril a julio de 1935, Espinosa y Otero comienzan recorriendo varios
puntos de Zamora (Losacio de Alba, El Pego, Villarino tras la Sierra, Fariza,
Villafáfila), para pasar en mayo a encuestar diversos puntos en territorio
castellano: en Valladolid (San Cebrián de Mazote, Villavicencio de los
Caballeros, Langayo, Pedradas de San Esteban), Ávila (Hernansancho, La
Horcajada, Santa Cruz del Valle, Grajos), Palencia (Acera de la
Vega, Calzada de los Molinos, Santa Cecilia del Alcor), Segovia (Lastras de
Cuellar, Barbolla) y Burgos (Villanueva de Gumiel, Pinilla de los Moros,
Sotresgundo, Pampliega, Hontomín, Vallarta de Bureba, Treviño, Villalba de la
Losa, Castrobarto y Manzanedo).
Aunque el trabajo científico continúa, Otero está
intranquilo por su situación personal y se lo hace saber a los responsables
del ALPI, quienes se muestran comprensivos acerca de las
circunstancias que rodean a su colaborador y le ofrecen una remuneración de 500
pesetas mensuales para que continúe trabajando. Contando con este importante
aumento, le proponen “reanudar el trabajo haciendo primeramente los pueblos que
aún restan para completar la red de Galicia”, de modo que, una vez concluido
ese trabajo, pudiese reunirse en Madrid con el colaborador portugués y “tratar
de llegar con ejercicios previos a una coincidencia lo más grande posible en la
transcripción” (carta de Navarro a Otero, 18/09/1935, cit. Alonso Montero,
“Veintiséis cartas”, pág. 39).
Otero concluye con las encuestas en territorio gallego se
a comienzos de diciembre, después de recorrer una decena de puntos: Cuntis (p.
130), Cerdedo (p. 133), Arbo (p. 138), Irixo (p. 141), Arnoia (p. 142),
Vilamarín (p. 142), Agolada (p. 128), Bandeira (p. 129), Valdoviño (p. 101) y
Sismundi (p. 100).
Mientras Otero finaliza en el noroeste peninsular, el CEH
consigue contar con un nuevo colaborador para el ALPI, pues, tras
laboriosas gestiones la portuguesa Junta de Educação Nacional designa para la
tarea a Armando Nobre de Gusmão, quien, con Aníbal Otero, entre el 26 de mayo y
el 20 de julio de 1936 encuesta catorce puntos del norte de Portugal (Povos p.
273, Almeirim p. 264, Moita p. 276, Almargem p. 274, Alcabideche p. 275,
Montemor-o-Velho p. 245, Vila do Conde p. 212, Santo Tirso p. 213, Fafe p. 210,
Marinhas p. 207, Portuzelo p. 203, Moledo p. 202, Rio Maior p. 262 y Paderne p.
200) hasta que, tras el estallido de la Guerra Civil, la policía portuguesa
detiene a Aníbal Otero y lo entrega en Tuy a los sublevados.
Alonso Montero ha estudiado con detalle el proceso a que
fue sometido Otero y ha desmontado algunos de los tópicos que circulaban. Lo
cierto es que Otero fue sometido a consejo de guerra en marzo de 1937 y resultó
condenado a “pena de reclusión perpetua” y permaneció encarcelado en distintas
prisiones hasta el 22 de mayo de 1941, fecha en la que escribe a don Ramón
agradeciéndole las gestiones que había hecho para acelerar su puesta en
libertad; Otero se lamenta de no poder “justificar los gastos de mi última
excursión a Portugal porque todos los comprobantes que tenía me los quitó la
policía en Tuy. […] También se incautó la policía del coche” (carta de Otero a
Menéndez Pidal, 22/05/1941, AFRMP).
Una vez libre, Otero se refugia en el trabajo agrario,
pero no olvida su vocación lexicográfica y comunica a Menéndez Pidal al poco de
obtener la libertad que “En mi anterior residencia [la cárcel] recogí unas
3.000 palabras gallegas inéditas, debidamente localizadas” que ha decidido
incorporar a los materiales que previamente había compilado en su parroquia
natal, Barcia (Meira, Lugo) (carta de Otero a Menéndez Pidal, 9/06/1941,
AFRMP). Y es que, en efecto, durante esos años de cárcel ha aprovechado para recoger
información sobre el léxico gallego entre los presos y para recopilar romances
que hace llegar a don Ramón.
Aprovechará Otero esos materiales léxicos para redactar e
ir publicando numerosos trabajos sobre lexicografía gallega y asturiana, entre
los que destacan la serie de 24 artículos “Hipótesis etimológicas referentes al gallego-portugués”, publicados
en Cuadernos de Estudios Gallegos (1949-1976) y la decena de
"Contribuciónes al léxico gallego y asturiano", publicados en la
revista ovetense Archivum (1953-1964).
Por otra parte, el patriarca de la Filología española
deseaba que el ALPI se terminase y ya en 1943 sondea la disposición de Otero
para proseguir con las encuestas en Portugal (carta de Menéndez Pidal a Otero,
6/06/1943, cit. Cortés Carreres y García Perales, págs. 148-139). Sin embargo,
las optimistas previsiones de don Ramón tardarán en cuajar, y hasta 1947 no se
llega a un acuerdo entre Tomás Navarro Tomás, quien está en posesión de la
mayor parte de los cuadernos de encuesta, y el CSIC. No será hasta finales del
1950 que Sanchis Guarner y Rodríguez-Castellano acudan a Nueva York para
recoger los materiales allí depositados y preparar con Navarro Tomás la labor
de edición del ALPI. Enterado por ellos de la suerte corrida por Otero, Navarro
se apresura a escribir al gallego, renuente ante la idea de volver a trabajar
en el ALPI: “me han contado todo lo ocurrido. Me he sentido consternado
pensando en lo que usted ha tenido que pasar. Cuánto dolor innecesario e
injusto. […] Comprendo que a usted le repugne volverá una empresa que le
ocasionó tanto daño, sin ayuda posible de nuestra parte. Obre usted con entera
libertad. No hay derecho a pedirle a usted más sacrificios” (carta de Navarro
Tomás a Otero, 8/12/1950, cit. Cortés Carreres y García Perales, pág. 190).
A pesar de proseguir sus investigaciones y dar a luz un
buen número de publicaciones, Otero no desea emprender una carrera
investigadora y ni siquiera intenta concluir sus estudios universitarios; sin
embargo, accede finalmente a continuar con las encuestas en Portugal que, sin
embargo, se retrasan primero por problemas administrativos entre el CSIC y el
portugués Instituto de Alta Cultura y, más tarde, por la renuncia de Armando
Nobre de Gusmao a colaborar en el atlas. Finalmente, en noviembre de 1952, Luis
Filipe Lindley Cintra se ofrece a tomar parte en las encuestas que, finalmente
se iniciarán en junio de 1953, pero sin disponer del vehículo prometido para la
tarea.
El trabajo de encuesta en Portugal fue complicado, en
parte debido a las obligaciones de Cintra, que hicieron que Otero tuviese que
realizar nuevamente solo algunas de las visitas, mas especialmente por las muy
diferentes interpretaciones que los encuestadores hacían acerca del modo en que
debía representarse el vocalismo portugués; estas discrepancias generaron una
amplia correspondencia con los restantes colaboradores, con Navarro Tomás e
incluso con Menéndez Pidal, a quien Sanchis Guarner informa que:
Ha fallado lamentablemente en
Portugal uno de los principios básicos de la metodología del ALPI: el
trabajo de equipo. En vez de colaborar y sintonizarse, los dos dialectólogos se
han repartido la faena y han trabajado sin la menor conexión. Además, Otero
acusa a Cintra de no haber seleccionado bien a sus sujetos informantes, de
haber trabajado con jóvenes, con personas semicultas que habían viajado, cuya
habla estaba ya alterada por el proceso moderno de nivelación dialectal. El
hecho, mi querido don Ramón, es que nos encontramos con unas transcripciones
discrepantes sobre las mismas localidades y realizadas por el mismo equipo. No
sería licito, en manera alguna, que nosotros unificásemos en el laboratorio a
posteriori los materiales recogidos en el campo y sacrificásemos las
transcripciones de Otero (que serán muy discutidas) en beneficio de las de
Cintra (que aceptarían todos por coincidir con la ciencia oficial). Eso sería
una solución comodísima, pero me parecería una grave adulteración
anticientífica (carta de Sanchis Guarner a Menéndez Pidal, 29/08/1955, cit.
Cortés Carreres y García Perales, págs. 274-275).
Acabadas las encuestas, Otero colabora en la preparación
del ALPI con Rodríguez-Castellano y Sanchis Guarner, si bien entiende que este
último pretende hacerse con el control del proceso.
Aislado en su Barcia natal, Otero continúa publicando sus
trabajos lexicográficos y obtiene algún reconocimiento en Galicia y así, por
ejemplo, la Real Academia Gallega lo elige como académico en noviembre de 1964,
aunque no llegó a leer su discurso de ingreso.
No puede extrañarnos, por tanto, el justificado lamento
de Navarro a la muerte de tan diligente y apreciado discípulo:
“Entre los colaboradores del ALPI, Aníbal
Otero no sólo puso en la empresa la contribución de su esfuerzo, sino que le
costó un fatal sacrificio que quebrantó su salud y sin duda produjo honda y
amarga herida en su espíritu. Guardaré siempre su recuerdo con amor y
dolor” (carta de Navarro a Constantino García, 22/07/ 1974, reproducida en
el número de la revista Verba dedicado a la figura de Aníbal
Otero (Verba, 2, 1975, pág. 6).
También escribió Navarro al único hijo de Aníbal Otero:
“Es su padre el primer miembro que desaparece de la
estrecha familia que formamos alrededor de la empresa del Atlas Lingüístico de
la Península Ibérica. Puso su padre como todos al servicio de esa obra la
generosidad de su competencia y entusiasmo, pero sufrió además el sacrificio
injusto e infundado de una larga prisión que sin duda debió quebrantar su salud
y habrá sido la causa de acortar los años de su vida” (carta de
Navarro Tomás a Horocel Otero, 1/05/1974, cit. Cortés Carreres y García
Perales, pág. 439)